viernes, 11 de mayo de 2012

La ultima noche

Desperté en medio de una jardín alarmada por los gritos de un niño que llamaba a su madre. Nunca había visto uno tan feo como aquel. Todos los niños de La Corte eran hermosos querubines dulces y delicados, pero aquel parecía hijo del propio Satanás. Tenía en las manos un gusano con tierra y vestía una especie de pequeña túnica gris. A lo lejos percibí lo que parecía ser su madre, por su cabellera mas que nada, pues tenía aspecto de hombre fornido y masculino. Mi cuerpo se extendió en un movimiento autómata para coger impulso, me erguí a un palmo del suelo y me dí de bruces contra la valla de madera.
La madre del aquel endemoniado niño, que ahora tocaba mis  pechos, se aproximaba. En ese momento solo acerté en empujar al niño a un lado, atravesar la valla y salir corriendo por lo que parecía otro jardín, donde tomé un par de prendas que colgaban a capricho del viento de un hilo metálico.  Después de salvar interminables jardines, encontré una ventana abierta y no lo dudé, entré y me sorprendió la figura de una joven desnuda ante mí. Sus pies estaban llenos de barro y hojas secas y el cuerpo era el mas hermoso que todos lo que había visto en La Corte. No se movía, creo que estaba tan sorprendida como yo, así que opté por saludar. Ella hizo lo mismo y sonreí, pero ella también sonrió y toda la tensión desapareció de su rostro. No dije nada, tomé un par de cosas de la  habitación y me fui no sin antes despedirme de la misteriosa joven, que también se despidió de mi con mucha simpatía. Salí al camino, donde empezaba mi misión.

- Debes encontrar a una persona.
- De que habla, Gran D?
- De un encargo muy importante que te voy a encomendar... Necesito que me ayudes a buscar a una persona. No será fácil pero debes encontrarla y traerla hasta mí. Creo que, despues de tanto tiempo, ya estas preparada para realizar este tipo de trabajo. He visto tu destreza ahi fuera, eres buena, Claire. Me he fijado en ti desde el día que entraste en La Corte, tienes algo especial.
- No creo que esté tan preparada como usted cree, pero si he de hacerlo, prometo no defraudarle.
- Confío en ti. Será mejor que descanses, a partir de mañana estarás dentro
- Buenas noches, Gran D 

Aquella noche en La Corte hicieron una fiesta en mi honor. 
El sol arrastraba el día con él y la noche llegaba con su imponente belleza. La luna decidió no salir a despedirse de mí y sentí, en alguna parte de mi corazón, que esto no saldría tal bien como esperaba.



(nieve)